Ciertamente, nuestro país padece la
crisis humanitaria más atroz de todo el hemisferio.
Además, según lo han expuesto
diversos estudiosos, el conflicto Colombiano
en realidad no surgió de los choques
partidistas que tuvieron su epitome aquel
vilipendiado 9 de abril de 1948. Se trata más
bien de una guerra iniciada a mediados del
siglo XIX, que ha venido mutando hasta la
actualidad y que está fuertemente ligada al
problema de la tenencia de la tierra, o para
ser más claros, a la concentración de la tierra
en pocas manos. No en vano Colombia
es considerada uno de los países más
inequitativo del planeta, esto es, el lugar
del mundo donde el abismo que separa a
los más pobres de los más ricos es mayor y
uno en los cuales es más difícil hacer actividad
política alternativa.
“Compartir el poder no es nada fácil. Y menos
en las condiciones Colombianas, con una
historia en la cual la movilidad política ha sido
prácticamente nula. Los partidos políticos colombianos
no solo están entre los más viejos del
mundo, sino también entre los más resistentes
al cambio. Mientras en toda América Latina
mueren y nacen partidos en periodos que no superan
los cincuenta años, en Colombia persisten
unos agrupamientos que nacieron en la primera
mitad del siglo XIX (León Valencia. “Adiós a la
política bienvenida la guerra”).
Es por esto que desde la década de los
años ochenta, múltiples sectores de la comunidad
nacional e internacional han defendido
la tesis de que Colombia se vive
en conflicto armado acompañado de un
conflicto social, los cuales se entrecruzan,
se recrean y se determinan mutuamente.
Pero esta simple caracterización de nuestro
conflicto no resuelve nada, todo lo contrario,
torna aún más complejo el problema.
Creemos no exagerar al afirmar que, además
de la violencia propia de una guerra
que se declararon el Estado y los ejércitos
rebeldes desde la segunda mitad del
siglo XX, los colombianos hemos estado
conviviendo, como lo definiera el filósofo
francés Etienne Balibar, con una violencia
ultra objetiva, es decir, “aquella violencia
inmanente a las condiciones sociales del capitalismo global que produce automáticamente
individuos excluidos, desde los
“sin techo” hasta los desempleados”. Si
tenemos en cuenta el papel que han desempeñado
en este conflicto el narcotráfico
y el intervencionismo imperial de los Estados
Unidos tendremos una enmarañada
ecuación muy difícil de resolver.
Dadas las cosas y asumiendo la complejidad
del asunto que nos hemos propuesto
enrostrar para este primer proyecto integrador,
el presente trabajo escrito intenta dar
cuenta de los diferentes temas aprendidos
en la materia “Teoría del Pensamiento Jurídico
y Principialistica” con el ánimo de elaborar
una propuesta normativa en el marco
de un Tratado de Paz entre los movimientos
instituidos (fuerzas que detentan el poder)
y los movimientos instituyentes (aquellos
que quieren instituir un nuevo poder).